
“Encaro cada audiencia con un espíritu distinto”
Por: Eva Guevara
“Encaro cada audiencia con un espíritu distinto”
Con sello personal, Vega encara la cocina de los juicios envolviéndose en una atmósfera investigativa.
Durante muchos
años los escalones de acceso al edificio de la justicia federal
mendocina fueron el mudo escenario de una de las luchas más persistentes
y conmovedoras que haya visto la sociedad: la del juicio y castigo a
los represores de la última dictadura militar. El tiempo pasaba, las
Madres de Plaza de Mayo y los familiares de los desaparecidos no podían
traspasar ni esos escalones ni la intemperie. O los expedientes con sus
casos estaban archivados o de la cúspide de ese mismo poder se bajaba la
orden de impedirles el acceso. Desactivado ese perverso mecanismo
impulsado para prolongar la impunidad de los victimarios, en los últimos
dos años la situación es muy diferente. Los movimientos de entrada y
salida son los propios de una oficina de justicia que atiende muchos
casos, no sólo los que se ventilan por estos días en la Sala de
Audiencias del Tribunal Oral.
Así las cosas,
acudir a la Unidad Fiscal es como entrar a la cocina de los juicios. Un
sitio amable que invita a mirar más allá de la alta pila de expedientes y
dejarse envolver por esa atmósfera investigativa donde es posible
reconocer el sello personal del Fiscal a cargo, Dante Vega.
-¿En qué
momento y de qué modo la lucha de las madres y los familiares se cruzó
en su vida personal despertando alguna sensibilidad?
-Siempre fue un
tema que me conmovió, desde que era joven. Recuerdo que cuando era
chico en mi casa se hablaba del informe de la Comisión Interamericana
pasado “clandestinamente” por Monseñor De Nevares a mi padre. Luego fui
sumando otros datos; ya con el gobierno de Alfonsín se empieza a saber
más en detalle con lo cual pasé a tener la convicción que estos delitos
no tenían conexión con ninguna guerra y debían perseguirse. Pasó el
tiempo, aún no era abogado cuando tuve contacto con Madres de Plaza de
Mayo en Córdoba, leíamos documentos de Amnistía Internacional –mi mamá
era militante de esa Asociación- y después como abogado conocí a colegas
especializados en derechos humanos. Claro que es justo una época que
coincide con la impunidad, con lo cual, repasando ha pasado mucho tiempo
donde los únicos que sostienen este tema son los organismos de derechos
humanos.
-¿Si tuviese que caracterizar su actitud de entonces qué diría?
-Lo mío no era
una actitud activa, pero sí era de compromiso. Y debo decir que nunca
pensé que ésta etapa de revisión judicial de los crímenes del terrorismo
de Estado me iba a encontrar en el lugar en el que estoy. Tal
previsión apareció recién cuando rendí para Fiscal y por esa razón es
que me mantuve al margen de los escritos que se presentaban en las
distintas causas tramitadas en la provincia. Todo lo que pasó después
fue vertiginoso, con decir que en junio del 2010 juré como fiscal y tres
días después ya estaba en San Rafael abocado al primer juicio de
delitos de lesa humanidad.
-¿Qué significó
esa experiencia? Porque una cosa es leer expedientes sobre la represión
y otra muy diferente es lo que a uno como persona le sucede llegado el
momento de celebrarse el juicio…
-Fue una
experiencia muy intensa. Yo algo había leído sobre el factor humano en
el juicio a las Juntas. Esto es, algo pasa al escuchar a una persona que
sufrió la represión de parte de los organismos estatales o
paraestatales relatar su historia, algunos lo hacían por primera vez. Es
por demás significativo porque relata su sufrimiento o el de sus seres
queridos ante el mismo Estado que lo había privado de libertad o de ese
ser querido. Pero claro, una cosa es leerlo y otra cosa es vivirlo lo
cual me hizo aprender que cada caso es distinto e igual de importante
que otro. Cada caso encierra una cuota de dolor distinta, es un universo
cerrado, una individualidad en su estructura, si bien todos se
inscriben en un contexto. Vaya dualidad…por un lado se inscriben en un
plan represivo donde nada es al azar, pero por otro lado, cada uno tiene
su particularidad. Y entonces nunca uno deja de sorprenderse con las
historias que cuentan los testigos. Y hay otro tema que es la
credibilidad del testigo.
-¿La regla general de que el testigo no miente?
-Es muy
sorprendente verlo y confirmarlo. Yo como Fiscal tengo la obligación de
indagar en la veracidad del testigo, y jamás tuve sospecha alguna de un
testigo que estuviera mintiendo. Cuando una víctima no se acordaba,
decía no me acuerdo, cuando se acordaba, se acordaba. En todos los
juicios ha sido así. Son personas que están relatando hechos ocurridos
hace más de 30 años, si tuvieran una actitud ganancial o vengativa
podrían fácilmente involucrar a alguien que no haya estado en la
situación o ante la simple sospecha. Pero no, lo cual demuestra el grado
de compromiso cívico de las víctimas. Esto de “no queremos venganza” no
es algo que se dice en el aire, es algo que se demuestra todos los días
cuando se va a declarar a un tribunal.
-¿Qué dice esto del sentido último de estos juicios, frente a la idea de querer barrer la humanidad?
-Que pese a que
lo intentaron, no pudieron barrer la humanidad. Esto se reafirma desde
el momento en que pasaron tantos años y se le brinda a una persona la
posibilidad de hablar. Y atención porque no es fácil hablar de historias
íntimas en un ámbito como lo es el judicial, tan formal y estricto.
Mucho menos cuando la crueldad de la represión es tan intensa como
ocurrió en Mendoza, mucho más que en San Rafael. Hemos asistido a
testimonios muy fuertes, como el de David Blanco, quien declara que los
hombres en el D2 también eran violados, o el de las valientes mujeres
que contaron cómo eran sometidas sexualmente, hay que tener mucho coraje
para eso.
¿Todo eso lo impacta de alguna manera en lo personal?
-Creo que sí,
que a raíz de esta experiencia encaro cada audiencia con un espíritu
distinto. Sé que me van a contar algo tremendo, que marcó vidas para
siempre, y que nunca voy a dejar de sorprenderme por algo, sea del
coraje o la veracidad.
-¿Tiene la sensación de estar ante un hecho de carácter histórico?
-Sin duda.
Quien reconstruya el día de mañana la década del 70, su historia, no va a
poder prescindir de los juicios de lesa humanidad. Por eso nosotros nos
tomamos el trabajo de estudiar, intentamos reconstruir el
funcionamiento de los grupos organizados de poder en Mendoza, y es
curioso, hemos detectado períodos históricos. En el juicio de San Rafael
empezamos a profundizar lo que pasó durante la última dictadura,
después en Mendoza aproveché para ampliar lo que había empezado antes
del 24 de marzo de 1976, bajo el período democrático. Y después, al
ocuparme del juicio de la Masacre de Trelew me he ido más atrás todavía,
al período de las anteriores dictaduras de Onganía, Levingston y
Lanusse que es donde está el origen de muchas de las prácticas que luego
se van a generalizar adquiriendo luego verdadera sistematicidad.
-En ésta línea
habrá que considerar los ensayos represivos del 71, como la desaparición
en San Juan del matrimonio Marcelo Verd y Sara Palacio. ¿Es posible
eso?
-Es muy
importante tener entonces la visión de los tres períodos históricos para
sacar conclusiones, es justamente lo que estoy evaluando, en lo
cuantitativo hay un número notable de ejecuciones y desapariciones desde
1966 hasta el 25 de mayo de 1973 que es cuando asume Héctor Cámpora.
Es decir, a los Verd se suman tantos otros casos de todo el país lo cual
revela una organización. Alguien podrá decir y con razón que no existía
entonces, la sistematicidad que hubo después, está bien, pero hay una
línea, un continuum que merece ser investigado, seguramente el verdadero
origen lo encontremos en los reglamentos militares de fines de la
década del 60. Ahí se puede ver que en la faz normativa hay mucho de lo
que luego se va a sistematizar en la dictadura del 76.
-Por último,
con respecto al pedido de prisión para los acusados rechazado por el
Tribunal Oral ¿hay motivos para preocuparse? ¿Puede leerse esto como un
retorno a las anteriores decisiones de la justicia federal mendocina que
sistemáticamente excarcelaba y concedía garantías a acusados de delitos
de lesa humanidad?
-En cuanto a la
aplicación de garantías lo que yo vengo diciendo es que se trata de la
respuesta del Estado de Derecho al terrorismo de estado. Y es que el
Estado de Derecho está munido de garantías, todos sabemos que éstas se
aplican a cualquier acusado cualquiera sea el delito, ahora bien,
partiendo de esa base, es cierto que la jurisprudencia ha avanzado,
sobre todo la Corte Suprema, en el sentido restrictivo de
excarcelaciones y libertades anticipadas en materia de delitos de lesa
humanidad. Entonces, si lo resuelto por el Tribunal Oral se sostiene en
que no se ha modificado la situación de los imputados y por lo tanto
deben permanecer en libertad, lo que yo digo es que tal resolución no
debería quedar firme. Vamos a discutirla en el único ámbito donde esto
puede hacerse que es en la Cámara de Casación Penal que es quien revisa
los autos que dicta el Tribunal Oral en el transcurso del juicio.
Entendemos que sería un precedente negativo que esta resolución quede
firme y vamos a demostrar por qué entendemos que estas personas tienen
que estar presas, a diferencia de lo que entiende el tribunal. No sólo
nos apoya la jurisprudencia de la Corte sino la de los propios
Tribunales Orales de la región que han sido restrictivos en cuanto a la
libertad de los imputados. En éste contexto el fallo del que hablamos no
se explica bien.
-Más allá de
los argumentos jurídicos, el mensaje se parece a una suerte de doble
vara de la justicia en cuanto a la aplicación de los más duros criterios
de excarcelación para el delito común, no así para los delitos más
graves como los de lesa humanidad.
-Es cierto,
pero para sacar tal conclusión hay que tomar el panorama general. Por
caso, Trelew, en ese juicio yo pedí la detención de los imputados donde a
algunos se les atribuye 16 homicidios agravados y 3 tentativas de
homicidio; con esa imputación en el ámbito de los delitos comunes es
impensable que una persona esté en libertad. Así lo planteé yo, dije que
la justicia federal debía ser coherente, pero el Tribunal Oral de
Comodoro Rivadavia argumentó que la casación se ha pronunciado por la
libertad de los imputados y que no le correspondía hacer nuevas
consideraciones. Los dejó libres, o sea, no es un criterio particular de
éste Tribunal Oral, todavía se siguen discutiendo aspectos que
nosotros creemos que son propios de ésta jurisdicción y resulta que
están ocurriendo en todo el país.
Un Fiscal para Trelew
El 15 de agosto
de 1972, los líderes de las conducciones guerrilleras coordinaron con
éxito fugarse del penal de Rawson. Llegaron al aeropuerto de Trelew para
huir rumbo a Chile en un avión secuestrado, pero 19 de ellos que
salieron en segundo término llegaron tarde y tuvieron que rendirse.
Violando el compromiso asumido por las autoridades del penal, fueron
recluidos en la Base Almirante Zar. Una semana después fueron ejecutados
a mansalva. El juicio oral se abrió recién este año y uno de los
Fiscales del proceso es Dante Vega, encargado de fundamentar por qué la
masacre es un delito imprescriptible y de lesa humanidad.
“Hasta ahora el
discurso en torno a Trelew ha girado en torno a la idea del episodio
aislado. Si bien no pueden negar los fusilamientos, intentan presentarlo
como algo producto de 3 o 5 oficiales de marina que estaban
particularmente exaltados porque habían tomado alcohol o por alguna otra
razón. En realidad la masacre se inscribe en un contexto represivo de
ataque general o sistemático contra la población civil, por lo tanto es
un delito de lesa humanidad”, agregó Vega.