domingo, 2 de diciembre de 2012

Carlos Rico fue acusado por delitos de lesa humanidad y se fugó

Bajo el signo de la Justicia
 
En el lapso de diez días la justicia federal mendocina ordenó más de 35 detenciones por delitos de lesa humanidad. El sacerdote Franco Revérberi, refugiado desde hace años en Italia por múltiples denuncias de acoso, también es requerido por la Justicia.

Atrás quedó la imagen del ex Subsecretario de Seguridad Carlos Rico y el Ministro de Seguridad, el demócrata Juan Carlos Aguinaga, bajando la escalinata de Tribunales Federales, uno en calidad de imputado y el otro como abogado, en el trance de tener que declarar ante el Juez Walter Bento todo lo relativo a su participación al frente del grupo especial antisubversivo conformado para el mundial de fútbol -GES-78-. Y es que desde el pasado 21 de noviembre, el encuadre legal sobre Rico fue ajustado por la Cámara Especial para delitos de lesa humanidad y tal como sucedió con Otilio Romano, se fugó. Al cierre de esta edición, la justicia lo tiene como prófugo.

La orden de captura internacional se sustenta en una imputación como partícipe de privación ilegítima de la libertad, tormentos y asesinato, ninguno de esos delitos lo exime de estar en prisión, como sí ocurría cuando la causa lo mantenía como responsable de asociación ilícita, al menos hasta avanzado el tercer juicio en la provincia donde se ventilan justamente los casos de los detenidos-desaparecidos de mayo de 1978.

Todo indica que tarde o temprano, la Justicia dará con el paradero de Rico. Es cierto que lo mismo se creía en relación a otro importante represor que también fuera funcionario del área de seguridad durante el gobierno de Julio Cobos, Luis Stuhldreher, y a más de un año de su fuga, no hay certeza sobre si podrá ser llevado o no a juicio en la ciudad de San Rafael, lugar donde encabezó la represión ilegal en su condición de intendente de facto.

Hay que decir que un mes atrás, uno de los querellantes de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, el Dr. Pablo Garciarena había alertado sobre el temor concreto de que, avanzada la causa penal contra Rico y ante la inminencia de una posible detención, éste decidiera fugarse. Ahora que tal posibilidad es una realidad, sólo resta esperar que tanto la Policía Federal como Interpol investiguen todos sus pasos y se adelanten a los movimientos que cabe esperar de un fugado, por caso la venta de sus propiedades, tal como ocurrió con la venta de la casa donde vivía la familia de Stuldreher para obviamente poder girarle ese dinero al exterior.

Golpe a la impunidad. Más allá del caso Rico, de por sí impactante por el grado de protección política que le diera el Partido Demócrata, el ex gobernador Celso Jaque pero también los principales grupos mediáticos de la provincia, están las 10 aprehensiones consumadas sobre las 35 ordenadas en San Rafael. La situación impacta por la dimensión del operativo, y nuevamente, por la calidad de “intocables” que durante años exhibieron algunos de los apresados. Según la crónica del periodista Ricardo Ragendorfer, en el instante de su arresto de Hugo Ramón Trentini, éste extendió un dedo hacia el magistrado y advirtió: “Usted no sabe lo que está haciendo. ¡Esto no va a quedar así!”

Le llegó la hora a Trentini. Si bien se trataba de un anunciado final, había que pasar el grado de tensión y la actitud patoteril esperable de este temperamental sujeto al momento de ser esposado, detenido y traslado a cárcel común en Mendoza ya que el establecimiento sureño carece de condiciones de seguridad para casos como éstos.

Hugo Trentini ingresa a prisión con 67 años de edad. Las últimas fotografías difundidas por la prensa fueron tomadas tres años antes, cuando fue a declarar como testigo al primer juicio por delitos de lesa humanidad de San Rafael. Petiso, regordete, ultracatólico, apodado el “Gringo” entre sus íntimos, exhibe su vida social a través de facebook. Allí puede verse que dice haber realizado estudios de abogacía en la Universidad Católica de Salta y es amigo del periodista radial y director del Semanario Departamental, Alejandro Delorbo, uno de los fascistas con micrófono más recalcitrantes del sur mendocino que se animó incluso a festejar públicamente la muerte del ex presidente Néstor Kirchner.

A raíz de su detención, ya han empezado a circular “solidaridades” de personas que creen que Trentini es un preso político más del régimen, y que está en la cárcel del “enemigo”. No es nada comparado con su influencia en 1997 cuando era el poderoso comisario de la seccional 38 y debía recibir en su despacho a Luis Bordón, padre de Sebastián, para hacerle creer que su hijo andaba por algún lugar del Nihuil cuando en realidad él había dado la orden de esconderlo luego de la tremenda golpiza que le habían dados tres de sus hombres de confianza. En ese momento, también la papada de Trentini bailoteaba al enfrentar las cámaras y micrófonos que de Buenos Aires habían venido para obtener una explicación de la desaparición, y él, cual intocable, se apresuró a organizar a toda la tropa policial para sellar un pacto de silencio que terminó rompiendo, por borracho, el cabo Esteban Merello. Fue comentar entre parroquianos en un bar que ese muchacho bonaerense de 19 años, hallado muerto el 12 de octubre de 1997 al fondo de un barranco de El Nihuil, le había pegado en el destacamento pero “no se la había llevado de arriba” que apareció el hilo del ovillo de la causa por el homicidio de Sebastián Bordón, cuyo principal responsable era Hugo Ramón Trentini. Las pruebas periciales indicaron que Sebastián tenía fractura de clavícula y un profundo golpe en la cabeza que lo dejó inconsciente y que la muerte se produjo luego de una larga agonía de días por falta de atención médica. En ese penoso momento de la historia de la provincia fue que se supo quién era verdaderamente este comisario. Tenía un expediente por tormentos, -le había fracturado la clavícula a un detenido- y además de eso, tenía varias denuncias por coimas y fraude a la administración, tan es así que terminó imputado en siete hechos. En el año 2000 se realizó el juicio oral y público por el homicidio de Sebastián Bordón en la ciudad de San Rafael. Trentini resultó condenado a 15 años de prisión. Los días previos a la sentencia, movilizó a sus parientes y a integrantes de la familia policial, también a militantes católicos de la ciudad para que bramaran por su inocencia. Pero éstos hicieron algo más que expresar su malestar con el veredicto del Tribunal, en tren de abierta agresión empujaron, insultaron, amenazaron y arrojaron cosas contra los padres y amigos de Sebastián que debieron retirarse rápidamente de Tribunales y también de la ciudad. Luego de gozar beneficios especiales en las instalaciones de Infantería de San Rafael donde era habitual verlo en compañía de sus familiares y como en su casa, Trentini recuperó la libertad en noviembre de 2007.

Como pasó casi un año en prisión antes que la condena quedara firme, se le restaron dos años, y también se acortó la ejecución de la pena por los años ya cumplidos, así fue que salió en libertad mucho antes de lo previsto. A menos de cumplir 24 horas de liberado, daba varias notas a la prensa cuestionando la reforma producida durante el gobierno de Arturo Lafalla luego de que el escándalo del encubrimiento del crimen salpicara a toda la cúpula policial. Fueron momentos duros para Miriam Medina, la mamá de Sebastián Bordón, quien año a año –cada 12 de octubre- viaja a San Rafael a rendir homenaje a su hijo. En ese período no faltaron agresiones organizadas del tipo “comitivas” pro-defensa de la institución policial, donde llamativamente los vigilados por las fuerza policial no eran esos vecinos supuestamente auto-convocados sino los familiares y amigos de Sebastián Bordón. En esta difícil situación tuvo lugar el primer juicio por delitos de lesa humanidad. Y lo que ocurrió fue un cambio rotundo de actitud en la sociedad sanrafaelina, sobre todo en los jóvenes que empezaron a interesarse en lo que había sucedido durante los años de dictadura. Muchos que habían estado callados por miedo durante más de 30 años pudieron relatar por vez primera violaciones a los derechos humanos. Apenas comenzadas las primeras audiencias Haydée de Tripiana, ató cabos y vinculó el rostro de aquel petiso y regordete que había visto en la televisión a propósito de la gran trama policial del caso Bordón con el de aquel oficial Subinspector que en 1976 le había informado falsamente sobre la liberación de su marido, Francisco, El Negro, Tripiana.

“A su marido lo liberamos anoche con los otros muchachos”, fueron sus palabras. Ella no pareció comprender. El tipo, insistió: “Se fue anoche, señora. Como llovía, los subimos al celular y los llevamos a sus casas. Su marido fue el último y lo dejamos en la puerta.” A continuación, le exhibió un acta con la firma de Tripiana en donde constaba la excarcelación. En realidad, esa firma había sido fraguada. Tripiana, militante de la Juventud Peronista, obrero de la construcción que solía salir en bicicleta a hacer changas como pintor de paredes, es uno de los detenidos-desaparecidos de San Rafael.

Tretini fue convocado a declarar como testigo y al término del proceso, tanto el Fiscal como los querellantes solicitaron para él compulsa penal, lo cual explica la investigación que sigue el titular del Juzgado Federal de San Rafael, Eduardo Ariel Puigdéncolas. El magistrado dictó procesamiento con orden de detención para 35 personas involucradas en unos 76 casos. Entre los primeros 15 detenidos que ya han sido trasladados a la cárcel de Almafuerte figuran, además de Hugo Trentini, los ex policías Orlando Gutiérrez, el ex comisario Daniel Frías, el ex Jefe del D-2 Oscar Raúl Pérez, Daniel Huajardo, Luis J. Graín, el ex comisario Isidro Juan Freire, Daniel Navarro, Tomás Rojas y otro ex comisario Ciro Maza.

Según trascendió, el Fiscal Francisco Maldonado ratificó que se continúa con la búsqueda del resto de los procesados a través de pesquisas que se llevan a cabo en diferentes puntos de las provincias de Córdoba, Salta, Buenos Aires y también en la Capital Federal, con intervención de un cuerpo especializado de fuerzas federales. Además de los ex oficiales policiales, se detuvo a Edgar Martín Ferreyra, conocido periodista de San Rafael que conducía un programa de folklore en la radio LV4 e integró el área de inteligencia militar, y se ordenó la captura del sacerdote católico Franco Revérberi, ex párroco de Salto de las Rosas, quien desde hace años reside en Italia, resguardado por el clero en otra jugada que evidencia el doble discurso de la Iglesia Católica.

En cuanto a Ferreyra, se trata del único civil detenido por delitos de lesa humanidad. Si bien aún no trascendió qué imputación tiene y en relación a qué causas y hechos, se presume que su vinculación con LV4 trascendía su labor de locutor ya que ese medio ha sido señalado como uno de los lugares donde se torturaba. En el 2010 el testigo Rodolfo Ibáñez relato que fue en la radio municipal donde lo torturaron. Recibió golpes desde las 11 de la noche hasta las seis de la mañana, ocasión en la que terminó desmayado y a punto de helarse de frío. Ferreyra tuvo el cargo de Suboficial mayor y fue miembro de la Sección Inteligencia 144 de San Rafael. Su programa de folklore salió al aire hasta hace dos años. En el 2009 fue premiado como “ciudadano distinguido” por la Municipalidad de San Rafael.

Rostros sin gloria. La historia de Franco Revérberi hace recordar a la de Monseñor Rodolfo Laise, de San Luis, en el sentido de que ambos buscaron refugio en Italia para evitar preguntas molestas sobre su rol durante la dictadura militar. Además, salvando las diferencias de jerarquía, ambos eran conocidos públicamente. Revérberi tenía un espacio en el único canal de televisión abierta de san Rafael, antes de eso era lo que se dice “un curita de campo”, de esos que entraban a las todas comer y a conversar a todas las cosas. Según relató la escritora Sonnia De Monte, en su infancia se apareció llegando al pueblo con cantidad de libros en las manos para repartirlos entre los jóvenes que se acercaban a los grupos de la iglesia, especialmente el grupo Scout, de allí reclutaba para los cursillos de cristiandad. Más tarde fue capellán militar, durante los años dictatoriales, y luego fue un importante referente de la Iglesia Católica desde la parroquia de Salto de las Rosas.

No fue uno sino al menos cuatro fueron los detenidos que lo vieron presenciando las torturas en las celdas de la Departamental. A raíz de esas revelaciones fue citado a declarar el Dr. Domingo Mauricio quien testificó que siendo Fiscal Correccional intervino ante las denuncias que le hacían familiares de los soldados que hacían la conscripción. Todos ellos daban cuenta de acoso sexual, pero fueran denunciadas hechas en secreto, y estuvieron celosamente guardadas, de ahí que a la fecha del juicio pocos en San Rafael supieran que Revérberi había sido expulsado como capellán.

En su declaración testimonial en el 2010, Revérberi explicó que “no miraba hacia el patio de los Bomberos -donde que pasaban detenidos hacia el baño, “por decoro”. Nunca habló de los horrores cometidos durante la dictadura militar ni de su propio silencio cómplice, de concretarse la captura internacional, el caso exhibirá la vergonzosa situación de las autoridades del Arzobispado de Mendoza. Y es que cuando se reveló que Reverberi ingresaba habitualmente donde se torturaban a los detenidos, nadie de la Iglesia hizo declaraciones, preguntado el vocero Marcelo de Benedectis señaló escuetamente: “no es necesario declarar nada puntualmente. Ya la Conferencia Episcopal Argentina dejó sentada su posición en documentos que hablan de la necesidad de justicia, verdad y reconciliación”.

Otra persona a la que se le cae la máscara, es el ex comisario general Oscar Raúl Pérez, conocido por su posición antireformista. Fue Jefe de Inteligencia Policial durante la dictadura y al momento de realizarse el juicio se desempeñaba como asesor del Consejo de Seguridad de San Rafael con el aval del intendente Emir Félix, a quien no le quedó más remedio que hacerlo renunciar cuando el Tribunal Oral Federal N°2 ordenó investigarlo. Ese fue el fin de su carrera, que venía plena de apoyo político ya que el mismo gobernador Julio Cobos, lo había designado Director General de Policías luego de una profunda crisis generada por la seguidilla de muertes por gatillo fácil. Según trascendió en fuentes judiciales, su caso es de los más avanzados ya que en paralelo a su captura se habría conseguido documentación clave sobre el D2 sanrafaelino.

Un caso particular es el del funcionario judicial Daniel Ernesto Huajardo, cumplía con suma responsabilidad sus tareas en una defensoría federal de esa provincia. La responsabilidad en delitos de lesa humanidad es a raíz de que trabajó en Inteligencia del Ejército a partir de junio de 1976. Según su propia declaración, trabajaba con Ruiz Soppe, y con el Mayor Suárez, y participó de varios operativos, entre ellos, uno realizado en la casa de la abogada Susana Sanz de Llorente.
En cuanto a Ciro Isidro Maza, hay que decir que fue comisario en Malargüe hasta principios de 1977 y que de acuerdo al testimonio del gremialista Luis Barahona, fue detenido por él durante la tarde del 28 de abril de 1976 en la fábrica Grassi, y de paso, en su casa también ingresaron policías que destruyeron algunas cosas y le robaron otras.

El turno de Cardello y Mirotta. Parece increíble que dos sujetos preparados para colocar bombas, secuestrar, encapuchados, con autos sin patentes, sacar información mediante torturas, y varios delitos más, hayan estado libres los últimos tres años. La razón es que la anterior composición de la Cámara Federal de Apelaciones –Alfredo López Cuitiño, Julio etra y Carlos Pereira González- había desestimado los procesamientos sobre estos dos integrantes de la policía federal a los que hay que agregar otros dos nombres: Marcelo León y Ricardo Aleks. El cuarteto conformaba una verdadera patota que sembró el terror desde la delegación de la Policía Federal.

Afortunadamente, gracias a la investigación del periodista Rodrigo Sepúlveda, puede verse el rostro de “Willy” Cardello, que fue capturado mientras caminaba impunemente por la Peatonal Sarmiento de ciudad. Las cámaras del documental “Legajo 7746” lo siguieron porque tenían la información que hoy los incrimina. Y es que todos ellos participaron del secuestro de Amadeo Sánchez Andía el 6 de junio de 1975, y el de Víctor Romano Rivamar, el 22 de abril de 1976. De la investigación periodística realizada por el equipo de Sepúlveda se ven los diarios de la época también se obtuvo la imagen de Oscar Fenocchio, Jefe de la Delegación y Ricardo Aleks, Jefe de Inteligencia.

En el documental, Carmelo Cirella Paredes -un ex miembro de la patota, luego arrepentido-, confiesa ante las cámaras que participó con otros policías del secuestro y asesinato de Víctor Romano Rivamar, primo hermano del hasta hace poco integrante de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza. Luego ese testimonio fue confirmado en la Justicia, pero ésta no estuvo a la altura de las circunstancias. Pese a que al comienzo Mirotta, Cardello y León fueron detenidos por privación ilegítima de la libertad, -también Cirella Paredes resultó imputado y en esa condición estuvo hasta su muerte- poco tiempo después, la Cámara Federal de Apelaciones desestimó todo lo actuado. Con la nueva composición de la Cámara y con el testimonio de Cirella Paredes avalado por la Cámara de Casación Penal, al trío de federales se le termina la libertad de que gozaban. Mirotta y Cardello ya están en cárcel común, falta que la justicia de con el paradero de Marcelo León.

Clima violento. La novedad de las detenciones llega en medio de un clima tenso que por momentos hace recordar lo que sucedía en San Rafael ante la apertura del juicio. En aquel entonces eran pocos eventos, pero lo eran de alto voltaje psicológico. Por ejemplo, en horas de la noche ingresaba a la casa de la testigo Alicia Morales, militante de la Asamblea por los Derechos Humanos, un individuo que luego de desactivar la alarma del hogar se llevó un sable del padre de Alicia, que era militar, y la mochila de una amiga con un cuaderno donde tomaba apuntes sobre el juicio. El segundo hecho fue protagonizado por un joven de 19 años que rompió carteles que estaban en la vereda de la Universidad Nacional de Cuyo, publicitaban una charla del filósofo, teólogo y docente Rubén Dri, devenido en blanco de insultos de militantes del Instituto del Verbo Encarnado.

En agosto de este año, un día antes del comienzo del tercer juicio en Mendoza, el Juez Roberto Burad, integrante del Tribunal Oral recibió amenazas por vía telefónica. Y en paralelo empezaron a ocurrir una serie de eventos que actualmente están siendo investigados por la Fiscalía de Delitos Complejos. El 19 de octubre, en los alrededores de Casa de Gobierno y de los Tribunales aparecen pegados carteles en postes y semáforos con la foto y agravios al Dr. Diego Lavado, referente del movimiento de Derechos Humanos. Por la tarde éste recibe una llamada de una voz femenina que le advierte que los carteles que han pegado en la zona de tribunales fueron realizados por los familiares de las víctimas que se junta con el fiscal Javier Pascua (NdelaR: Pascua es Fiscal de Cámara de la Provincia). Textualmente dijo: “se volvieron locos cuando se enteraron que Uds. quieren que se declare la inconstitucionalidad de la “ley Petri”. El Fiscal Pascua los asesora, ese tipo lo odia a Ud. y al resto de los abogados de derechos humanos, por la denuncia que le hicieron ante el Consejo de la Magistratura. El Pascua ha logrado el apoyo de algunos familiares víctimas de delitos y quiere ponerlos a todos en contra suya. Primero le tocó a Ud. pero van a seguir con Salinas, Guevara y el resto de los abogados para que no se metan con esa ley que la consideran propia”. Finalmente esta persona manifestó: “cuídese Dr. que esta gente es pesada y están muy locos, quieren ir a las casa y al estudio de Uds. para hacerle daño”.

El 7 de noviembre aparecen nuevos carteles en el interior de locales comerciales de los departamentos de Guaymallén y Godoy Cruz. Bajo la foto de doctores Pablo Salinas, Alfredo Guevara Escayola, Diego Lavado y Dante Vega (Fiscal en delitos de lesa humanidad) una leyenda dice: “estos son los mercaderes de los derechos humanos” y en la parte inferior dice: “Marque las diferencias entre las personas de bien y los abogados que defienden y liberan a los delincuentes que nos roban, nos violan y asesinan. Si tiene un comercio (zapatería, restaurant, drugstore, farmacia, café, etc.) no los atienda. Es hora de comenzar nuestra lucha…la lucha de personas de bien. No tenga miedo, participe de las marchas sin violencia ni agresión, ni daño a la propiedad pública o privada”.

Esto último, no se cumplió ya que la escalada de estas agresiones derivó en el hecho más grave: el 14 de noviembre, por la mañana se detecta que manos anónimas han producido hechos de vandalismo contra el monumento que se ubica frente al edificio de los Tribunales Federales de Mendoza (Av. España y calle Pedro Molina de Ciudad), ocasionando la destrucción del friso y las placas que contienen el nombre de las personas desaparecidas en la Provincia durante la dictadura cívico militar que gobernó el país en el periodo 1976-1983. Más tarde se supo que había sido amenazado el periodista Gustavo de Marinis, hermano de una desaparecida.

De acuerdo a lo informado por la policía de Mendoza, en Tribunales hay cámaras de seguridad que pueden haber registrado el destrozo y pueden ayudar a identificar a sus autores. Lo más llamativo de todo es que la sucesión de ataques tiene una lógica. Segú la denuncia pública que hizo Diego Lavado, quien está detrás es el Fiscal de Cámara Javier Pascua, aunque éste negó todos los hechos recientemente en una entrevista al Diario Uno.

Caso Erize: ""Los colimbas sabiamos que los oficiales habían violado a una prisionera hermosa"

Es un testigo clave. Otro colimba fue "chupado" a comienzos de 1977 por decirlo
 
San Juan.- Un ex soldado conscripto que hizo el servicio militar en 1977 y 1978, declaró hoy que sabía que los militares cometían ultrajes sexuales a las detenidas, entre ellas la modelo franco-argentina Marie Anne Erize, y que vio como golpeaban a detenidos a punto de ser trasladados a Buenos Aires. También narró que en esta oportunidad, una de las víctimas, una jovencita, le pidió que avisara a su casa lo que le pasaba: esa joven sería Margarita Camus, actual jueza de Ejecución Penal y querellante en el juicio por delitos de lesa humanidad que se sigue en San Juan, entonces militante peronista e hija del depuesto gobernador Eloy Camus.

El  ex conscripto Octavio Tristán Echegaray, que hizo el servicio militar en el Regimiento 22 de Infantería de Montaña (RIM 22), con asiento en San Juan entre enero de 1977 y abril de 1978, incorporó su testimonio ante el Tribunal Oral Federal que juzga la represión ilegal en esta provincia,  acercado por la abogada querellante María Julia Camus.

Según señaló Camus, Echegaray "aportó datos de mucho valor en la causa Erize", en referencia a la causa que investiga la desaparición de la modelo franco-argentina Marie Anne Eriz.
De acuerdo a lo informado por Camus, Echegaray el ex soldado le dijo a los jueces Héctor Cortés, Raul Fourcade y Alejandro Piña, que era vox populi entre los soldados del RIM 22, que los oficiales habían abusado sexualmente de una detenida joven y hermosa.

La querellante dijo que Echegaray declaró luego de muchos años, cuando, tras leer artículos periodísticos investigaciones periodísticas, relacionó ese comentario con la desaparición" de Erize.
Marie Anne, que había sido modelo publicitaria y había aparecido en varias tapas de revistas de la época antes de dedicarse a la militancia social, tenía un novio montonero y fue secuestrada el 15 de octubre de 1976 en la Bicicletería Palacios.

Según destacó Camus, los abusos sexuales y las violaciones formaron parte del repertorio de habitual de tormentos que pusieron en práctica los represores contra las mujeres. La aboga precisó al respecto que en este mismo juicio hay 5 víctimas que denunciaron haber sufrido ataques sexuales, aunque no pudieron señalar a ninguno de los sospechosos juzgados, debido a que durante los "interrogatorios" se encontraban encapuchadas o con los ojos vendados.

Los acusados son el mayor (R) Jorge Olivera, el capitán (R) Gustavo De Marchi,  y el teniente coronel (R) Juan Francisco del Torchio, todos los cuáles eran entonces tenientes, los suboficiales Alejandro Benito Martel, Antonio Lazo y  Daniel Gómez y el ex jefe de la Delagación de la Policía Federal, comisario Horacio Nieto.

El proceso todavía tiene como prófugos al teniente coronel (R) Carlos Luis Malatto, cuya extradición a Italia se ha pedido, el mayor (R) Eduardo Daniel Vic, el coronel (R) Eduardo Daniel Cardozo, el capitán (R) Jorge Horacio Paéz, y el ex jefe de la Policía de San Juan, coronel (R) Juan Carlos Coronel.
 Echegaray también señaló que participó de un procedimiento de traslado de presos desde el Penal de Chimbas hacia el aeropuerto Las Chacritas y relató la feroz paliza que los detenidos sufrieron.

De acuerdo a Camus, Echegaray dijo que cuando entregaron a los detenidos a los uniformados que venían en el avión, vio que les dieron una pateadura impresionante, y que les pegaban con las culatas de las armas, algo que describió como "desgarrador".
La abogada también señaló que en esa situación le tocó custodiar a una chica que lo reconoció y que le dijo: `Avisá en mi casa´ y que esa joven había sido su hermana Margarita Camus, entonces militante de la Juventud Peronista y hoy jueza de Ejecución Penal y querellante en el juicio por delitos de lesa humanidad que se sigue en San Juan.

Es de hacer notar que otro "colimba" que hizo el servicio militar con la clase anterior a la de Echegaray, Jorge Alberto Bonil, fue declarado "desertor" y desaparecido el 28 de febrero de 1977, cuando le quedaban pocos días para terminar su servicio militar.

Antes de desaparecer, Bonil, que era militante de la Juventud Peronista pero al que los militares  consideraban haber "dado vuelta" y que trabajaba en el sector de inteligencia, dijo en una que los tenientres Olivera y Cardozo se jactaban de haber violado a "la francesita".

domingo, 25 de noviembre de 2012

La historia siniestra de un represor

En 1997 –ya con grado de comisario– fue retirado del servicio activo por razones ajenas a su voluntad.

Una camada de hombres notables. Uno de ellos, el periodista Edgar Martín Ferreyra, supo conducir un ciclo de folklore muy exitoso en la radio LV4 de San Rafael, Mendoza. Otro, el sacerdote Franco Revérberi, guiaba a su rebaño desde el púlpito de la parroquia de Salto de las Rosas. En tanto, el funcionario judicial Daniel Ernesto Huajardo cumplía con suma responsabilidad sus tareas en una defensoría federal de esa provincia. Y el comisario Oscar Raúl Pérez, tras haber sido el jefe máximo de la policía provincial durante la gestión de Julio Cobos, fue hasta 2009 asesor del Consejo de Seguridad de San Rafael. No tan ascendente resultó la carrera de su camarada de armas, Hugo Ramón Trentini, quien en 1997 –ya con grado de comisario– fue retirado del servicio activo por razones ajenas a su voluntad.
Los nombres del quinteto ahora figuran en una lista de 35 órdenes de captura libradas esta semana por el juez federal Eduardo Puigdéngolas por crímenes de lesa humanidad cometidos en el departamento de San Rafael durante la última dictadura. Desde entonces, fueron detenidos diez represores. Dicen que en el instante de su arresto, Trentini extendió un dedo hacia el magistrado, y advirtió: "Usted no sabe lo que está haciendo. ¡Esto no va quedar así!"
Lo cierto es que la ofensiva judicial contra quienes en Mendoza ejercieron el terrorismo estatal no contó con la bendición de ciertos sectores de la sociedad cuyana. En agosto, un día antes del comienzo del tercer juicio por secuestros, torturas y asesinatos en aquella provincia entre 1976 y 1983, fue amenazado el juez Roberto Burad, quien integra el tribunal oral. En paralelo, comenzó una campaña de desprestigio con afiches en la calle; sus blancos preferenciales: el apoderado del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH), Diego Lavado, los abogados querellantes Alfredo Guevara y Pablo Salinas, además del fiscal Dante Vega y el periodista Gustavo de Marinis, hermano de una desaparecida. En medio de esa atmósfera, manos anónimas destruyeron las placas de mármol que recuerdan a las víctimas de la dictadura frente a los tribunales federales de Mendoza. La sucesión de ataques fue denunciada por sus destinatarios. Lavado hizo pública sus sospecha sobre el fiscal de Cámara Javier Pascua como posible instigador de tales hechos.
"¡Esto no va quedar así!", bramaba Trentini, ya esposado.
El juez Puigdéngolas, en silencio, no le quitaba los ojos de encima.
A los 67 años, el represor era un hombre petiso y regordete, cuya papada bailoteaba al compás de sus dichos. Siete lustros antes, había sido uno de los integrantes de la patota del centro clandestino de detención que funcionaba en la Comisaría 32ª de San Rafael. De esos días arrastra una tétrica historia.
Francisco Tripiana, de 33 años, estaba casado con Haydée y tenía un hijo de ocho meses. Era obrero de la construcción. Militaba en la Juventud Peronista y solía pintar en las paredes de la ciudad las consignas de Montoneros, junto a un grupo de compañeros; en ello consistía el activismo del Negro, tal como lo llamaban sus amigos. En la noche del 23 de marzo de 1976, él estaba con su familia en la casa de la calle 25 de mayo, cuando alguien golpeó la puerta. Al abrir, recibió un culatazo de fusil. La manzana estaba rodeada por soldados y policías. Los uniformados revisaron la casa con violencia. Entre ellos, había un oficial petiso y regordete. A Tripiana primero lo llevaron a la Comisaría 8ª; luego, fue trasladado a la Casa Departamental, como entonces se conocía la actual sede de los tribunales locales. Finalmente recaló en las mazmorras de la 32ª. En el ínterin, Haydée pudo acercarle comida, ropa y elementos de higiene. Hasta el 1 de abril. Esa mañana ella entregó en la guardia un termo con agua caliente para Francisco. Al rato, el mismo oficial petiso y regordete que había participado en el secuestro se lo devolvió. "A su marido lo liberamos anoche con los otros muchachos", fueron sus palabras. Ella no pareció comprender. El tipo, insistió: "Se fue anoche, señora. Como llovía, los subimos al celular y los llevamos a sus casas. Su marido fue el último y lo dejamos en la puerta." A continuación, le exhibió un acta con la firma de Tripiana en donde constaba la excarcelación. En realidad, esa firma había sido fraguada.
Desde entonces, el Negro está desaparecido.

Desde entonces, Haydée recuerda el rostro del oficial Trentini.
Por ello, sintió un escalofrío en la tarde del 27 octubre de 1997, al reconocer su robusta silueta en el televisor. El tipo estaba más gordo y disimulaba sus entradas con un laborioso peinado. Ahora era el comisario de la Seccional 38ª. Y estaba en problemas.
El estudiante bonaerense Sebastián Bordón, de 19 años, había sido hallado muerto el 12 de octubre al pie de un barranco en el distrito de El Nihuil. El cadáver presentaba fracturas de clavículas y antebrazos, junto a un profundo corte en la cabeza. Todo indica que sufrió una agonía de días y que el deceso se produjo por falta de atención médica. El caso sumió al gobierno de Arturo Lafalla en una profunda crisis. Su signo más visible: la renuncia del ministro Ángel Cirasino y de varios jefes policiales. Ocurre que, tras abandonar por propia voluntad el contingente de alumnos del que formaba parte, la víctima terminó en una celda de la comisaría comandada por Trentini. "El pibe golpeó un guardia y se nos escapó", fue la versión del hecho esgrimida por él. Luego se supo que Sebastián fue molido a palos en la comisaría. Y que el propio Trentini impartió la orden de abandonarlo en el barranco.
"El pibe se nos escapó", diría una y otra vez, ante los micrófonos.
Haydée de Tripiana, sin apartarse del televisor, no daba crédito a sus ojos.  
No era la primera vez que al comisario se le escapaba un muerto.
Trentini fue condenado entonces a 15 años de prisión. Y recuperó la libertad en noviembre de 2007.
Ahora deberá pagar por otros crímenes.
Por: Ricardo Ragendorfer

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Piden detenciones por crímenes de lesa huamanidad en San Rafael, Mendoza

Represores que se reciclaron

Hasta ayer se habían concretado diez arrestos. Entre los imputados están el ex policía Hugo Ramón Trentini, condenado por el asesinato de Sebastián Bordón, y el ex sacerdote Franco Revérberi, sobre quien pesa una orden de captura internacional.

 Por Diego Martínez

El ex policía Oscar Raúl Pérez fue funcionario del área de Seguridad del municipio de San Rafael hasta 2009. Su ex compañero de tareas Daniel Ernesto Huajardo seguía activo hasta estos días en una defensoría ante la Justicia Federal. El periodista Edgar Martín Ferreyra trabajó hasta hace dos años en la radio pública LV4. Los tres están ahora detenidos por orden del juez federal Eduardo Ariel Puigdengolas, imputados por delitos de lesa humanidad en San Rafael durante la última dictadura. Las órdenes de detención abarcan a 35 imputados e incluyen al ex policía Hugo Ramón Trentini, condenado en los ’90 por el asesinato del estudiante Sebastián Bordón, y al ex sacerdote Franco Revérberi, que huyó a Italia luego de que trascendiera su actuación durante la represión ilegal y sobre quien pesa una orden de captura internacional. En la misma causa sigue prófugo el ex intendente de la dictadura Luis Alberto Stuhldreher, por cuya captura se ofrecen cien mil pesos de recompensa para quien aporte información.

Las detenciones de represores de San Rafael se producen en un contexto de creciente actividad de los nostálgicos de la capucha en Cuyo. A principios de agosto, un día antes del comienzo del tercer juicio por delitos de lesa humanidad en Mendoza, fue amenazado de muerte el juez Roberto Burad, miembro del tribunal oral. Luego comenzó una campaña de desprestigio contra el abogado Diego Lavado, apoderado del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH). La campaña, con afiches en las calles, se extendió luego al fiscal federal Dante Vega y a los abogados querellantes Alfredo Guevara y Pablo Salinas. Las amenazas siguieron por el periodista Gustavo De Marinis, hermano de una desaparecida. El lunes pasado, unos desconocidos destruyeron las placas de mármol que recuerdan a las víctimas del terrorismo estatal frente a los tribunales federales de Mendoza. La sucesión de ataques fue denunciada por las respectivas víctimas. El abogado Lavado hizo públicas ayer sus sospechas sobre el fiscal de Cámara Javier Pascua como posible instigador de varios de los ataques.

Las capturas que el juez Puigdengolas ordenó esta semana fueron pedidas hace un mes por el fiscal general Omar Palermo y los fiscales federales Dante Vega y Francisco Maldonado. Hasta ayer se habían concretado diez. Uno de los flamantes detenidos con bueno vínculos en los círculos de poder locales es el ex policía Oscar Raúl Pérez, ex jefe del Departamento de Informaciones (D2) de la delegación San Rafael de la policía mendocina entre 1975 y 1978. Mendoza On Line recordó ayer que Pérez llegó a ser jefe de policía en plena democracia, que es “una persona muy influyente” en la fuerza y que hasta 2009 reportó como funcionario del gobierno municipal en el área de Seguridad. Gendarmería rodeó el lunes la manzana en donde vivía, en el Barrio Policial, en tanto agentes de la Policía Federal lo trasladaron a tribunales.

El oficial subinspector Hugo Ramón Trentini, ex guardia del centro de detención clandestino que funcionó en la seccional 32ª, es más conocido por su prontuario en democracia: fue el responsable de la comisaría 38ª de San Rafael, de la cual “huyó” en 1997 Sebastián Bordón, cuyo cadáver apareció días después. El periodista Jorge Hirschbrand recordó ayer que en 1976, un año antes de aprobar el curso de “Instrucción Contrasubversiva”, Trentini estaba de turno en la seccional donde se fraguó la liberación de Francisco Tripiana, uno de los primeros desaparecidos de Mendoza. Veinte años después, su nombre reapareció en otra historia de ficción para encubrir otro asesinato, el de Bordón, por el que terminó condenado.

El suboficial mayor Edgar Martín Ferreyra, ex miembro de la Sección Inteligencia 144 de San Rafael y ex agente de la SIDE, condujo hasta hace dos años un programa folklórico en LV4. Ferreyra llegó a ser premiado en 2009 como “ciudadano distinguido” por la municipalidad de San Rafael. El conocimiento sobre su pasado le impidió cosechar un año después la “Distinción Sanmartiniana” en la legislatura local. La orden de captura internacional del cura Franco Revérberi, ex capellán con grado de capitán, se firmó hace dos semanas. Su nombre asociado a sesiones de tortura surgió en el primer juicio oral en San Rafael. Cuando fiscales y querellantes pidieron que se lo investigara, el sacerdote huyó a Italia.

Entre lunes y martes también fueron detenidos el ex comisario Luis Juan Edgardo Graín, el oficial principal Orlando Gerardo Gutiérrez –que también hizo el curso de “Contrasubversión” en 1976–, el ex subcomisario de la comisaría 8ª Isidro Freire, el ex subcomisario Daniel Navarro Frías y el ex comisario Ciro Isidro Maza Correa. “Estoy gratamente sorprendido por la cantidad de detenciones”, afirmó Mariano Tripiana, querellante y miembro de Hijos San Rafael. “Es muy importante que no queden impunes, que no puedan seguir caminando por las calles y actuando desde distintos espacios contra el proceso de justicia”, explicó

jueves, 8 de noviembre de 2012

Tercer juicio por delitos de lesa humanidad

 Un periodista mendocino ratificó hoy, con documentación ya incluida en los expedientes del tercer juicio por delitos de lesa humanidad que se realiza en Mendoza, que uno de los diez represores imputados pidió una picana eléctrica a personal de la Policía Federal para interrogar a dos jóvenes detenidos y desaparecidos en 1976.

Rodrigo Sepúlveda ratificó esta mañana la investigación que él mismo realizó hace unos años, y constató con documentación policial de noviembre de 1976 que el imputado Fernando Morellato pidió una picana eléctrica a personal de la Policía Federal para interrogar a los desaparecidos Oscar Ramos y Oscar Uturgay, ambos militantes montoneros.

Morelatto sabía muy bien que la Federal tenía picana y se la podía prestar, y luego entregó a los detenidos Ramos y Uturgay a los policías Armando Fernández y Eduardo Smaha, jefes del centro clandestino D2 de donde luego desaparecieron, señaló hoy el abogado querellante, Pablo Salinas.

Según el letrado, éste sería el único caso en juicios de lesa humanidad donde hay un documento oficial que prueba el secuestro y la sanción que luego le impuso el jefe del D2, Sánchez Camargo, a Morellato, por pedir prestado una picana y por haber desbaratado el procedimiento del D2".

El testimonio del periodista y documentalista Rodrigo Sepúlveda, fue presentado por miembros del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos en relación a la indagación por el secuestro y desaparición de Roberto Blanco Fernández, y Oscar Ramos y Oscar Uturgay, y consta en un documento de noviembre de 1976.

Sepúlveda mencionó la vinculación de la Policía Federal en el secuestro de Miguel Poinsteau, y en los casos de Oscar Ramos y Oscar Iturgay y figura en el legajo de Sánchez Camargo, quien era Jefe de la Policía provincial, quien indicó a Morellato entre los captores, declaró el periodista.

Autor del documental denominado `D2: Centro Clandestino´, de 1999, Sepúlveda realizó más de cincuenta entrevistas a sobrevivientes y personas vinculadas a la represión.

Desde agosto de este año, miembros del Tribunal Oral 1 de Mendoza avanzan en el tercer juicio por delitos de lesa humanidad que se realiza en Mendoza, y en el que se investiga la participación de diez ex represores imputados.

Se trata de Fernando Morellato, Aldo Bruno Pérez, Ricardo Miranda Genaro, Antonio Garibote, Armando Fernández, Ramón Puerta, Dardo Migno, Paulino Furió, Juan Oyarzábal y Alcides Paris Francisca.

La tarea de los magistrados del tribunal oral número 1 será comprobar las denuncias de secuestros y desapariciones forzadas a treinta y dos víctimas, de las cuales veintinueve fueron desaparecidas, uno falleció por muerte natural, y sólo dos (Oscar Martín Guidone y Roberto Vélez) permanecen con vida.

Entre la treintena de víctimas figuran Roberto Blanco, quien era militante peronista y jefe de transporte de la Dirección de Tránsito; Blanca Graciela Santamaría, estudiante de Artes Plásticas de la Universidad Nacional de Cuyo (UNC); Miguel Alfredo Poinsteau, estudiante de la carrera de Ciencias Políticas en la UNC ; Oscar Julio Ramos, integrante de Montoneros; y Oscar Daniel Iturgay, también Montonero, todos detenidos entre abril y noviembre de 1976.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Un testimonio inesperado marcó una nueva jornada del juicio de crímenes de lesa humanidad

A sus 91 años, Dora Gordon declaró como testigo en la desaparición de su hijo Mario Camín y de su ex esposo, Gustavo Camín. Durante su testimonio, apuntó a quienes pedían dinero a cambio de información inexistente. Más sospechas contra Jean Paul Burlot y Roberto Lucas.
por Santiago Montiveros
 
"A nadie le dieron datos, todas las versiones eran puras mentiras. Uno era feliz una semana. Lo hacían por dinero y todos caímos". Esta mañana, Dora Gordon (91) se presentó ante el Tribunal como testigo en la causa en que se investiga la desaparición de su hijo, Mario Camín, y de su ex esposo, Gustavo Camín, y contó cómo algunas personas se aprovecharon de la desesperación de los familiares.

Durante su testimonio, Gordon recordó a una persona que "podía entrar a la Octava Brigada sin problemas", y afirmó que su apellido era Ferri, apodado "el calefón o gordo". Según la testigo, este sujeto le dijo que tenía contacto directo con informantes militares que le dirían dónde estaba detenido su hijo. "Me negué (a entregar más dinero), ya sabía que se aprovechaban de la gente desesperada, incluso se quedaron con casas", agregó.

Durante la búsqueda de Mario y Gustavo Camín, la mujer viajó en reiteradas ocasiones a Buenos Aires, donde tuvo acceso a una reunión en el Ministerio del Interior. La testigo -que también mencionó a dos integrantes de la Policía, cuyos apellidos eran Sosa y Manolio- dijo que no le entregaron precisiones sobre el destino de su familia. "A nadie le dieron datos", completó.

Gustavo y Mario Camín desaparecieron el 22 de mayo de 1978. La principal hipótesis apunta a que Gustavo fue secuestrado del estacionamiento de la UTN, mientras que su padre habría sido capturado en el departamento en el que vivía, en calle Patricias Mendocinas de Ciudad, cuando volvía de San Juan, donde era propietario de una cantera.

Si bien no existen datos certeros sobre en qué lugares estuvieron confinados antes de ser asesinados, una testigo afirmó que Gustavo Camín estuvo confinado en el D2. Al no tener novedades sobre el joven, su novia Ana María Del Olio se trasladó hacia el departamento de investigaciones, donde vio a Gustavo ingresar a bordo de un Rastrojero doble cabina.

La principal línea de investigación apunta a que el móvil del secuestro fue haber ayudado a Juan José Galamba a sobrevivir mientras era perseguido por el aparato represor. Galamba, quien militó en el Partido Socialista de Vanguardia, estuvo refugiado en la cantera de Gustavo Camín por pedido de su hijo Mario, compañero de estudios en la UTN.

Los "informantes necesarios" en la UTN

"Era notorio que iban armados a las asambleas y realmente metían miedo". Al igual que varios testigos que lo precedieron, Emilio Vernet señaló a varios estudiantes de la UTN que pertenecían a grupos de ultraderecha y señaló que para secuestrar a los compañeros los represores "necesitaban información desde la facultad".

Si bien Vernet, compañero de militancia de Galamba en el Partido Socialista de Vanguardia, dijo que no tenía pruebas para afirmar la conexión entre los estudiantes buchones y los integrantes de los grupos de tarea de la dictadura, enfatizó: "No tengo dudas de que entregaron información para después secuestrar personas".

[Jean paul burlot, jose valerio, roberto uliarte 1]
Jean Paul Burlot.
En ese sentido, contó una experiencia personal para ejemplificar. "En el comedor universitario había un estudiante que siempre estaba ahí. Y un día en el banco (lugar de trabajo) miro hacia la vereda y veo a ese mismo estudiante deteniendo una persona en la puerta", recordó Vernet, que a mediados de 1976 dejó Mendoza y se mudó a Buenos Aires junto con su esposa.

Entre los estudiantes que recordó como militantes de agrupaciones de ultraderecha, Vernet mencionó -al igual que otros testigos- a Roberto Lucas (recordó un robo a una estación de servicio de la zona en el que habría estado involucrado), Fredy Fernández (homónimo del ex legislador kirchnerista), Oscar Vallardi, un estudiante de apellido Mendoza y a Jean Paul Burlot, reconocido tras ser cónsul francés.

Comenzó la causa por el "operativo escoba"

Hoy finalizó la etapa de testimonios de la causa en la que está acusado Aldo Bruno Pérez, ex jefe del D2, y en la que se investiga la desaparición de Juan José Galamba, Mario Camín, Gustavo Camín, Juan Carlos Romero, Daniel Romero, Raúl Gómez, Ramón Sosa, Margarita Dolz y Víctor Hugo Herrera, secuestrados durante mayo de 1978, a partir de la creación del Grupo Especial '78.

Después de un cuarto intermedio, comenzaron las declaraciones por la causa 085M que involucra el accionar del aparato represivo en la denominada "operación escoba", a fines de 1977. El imputado es Paulino Furió, quien sigue el proceso vía teleconferencia desde Capital Federal, acusado por la desaparición de militantes del partido comunista, marxista, lenninista.

En esta causa, las víctimas son Néstor Carzolio, Nélida Tissone, Alberto Jamilis, Rodolfo Vera, y el matrimonio conformado por Walter Domínguez y Gladys Castro, que al momento de la desaparición estaba embarazada de seis meses (aún se desconoce el destino del hijo de la pareja), todos desaparecidos a fines de 1977.

La primera testigo fue Nilda Abraham, vecina del matrimonio de Néstor Carzolio y Nélida Tissone, secuestrados en diciembre del '77. La mujer ingresó al domicilio de las víctimas de Villa Hipódromo después del secuestro y encontró a los dos hijos maniatados. "Estaban con cintas en la boca, los levanté y salí corriendo con ambos", recordó.

Entre otros detalles, Abraham puntualizó que un vecino de la vivienda que había pertenecido a las Fuerzas Armadas, le contó que la cinta con la que le taparon la boca a los chicos era militar "por el tamaño y el color".

jueves, 6 de septiembre de 2012

Un ex capellán de la Policía identificó a los imputados

Oscar Moreno, que se desempeñó como párroco de la Fuerza, afirmó que vio a Morellato, Oyarzábal, Francisca, Bruno Pérez y Miranda en las oficinas del Palacio Policial.


Oscar Moreno el ex capellán de la Policía que prestó declaración en el segundo juicio por delitos de lesa humanidad volvió a sentarse frente al Tribunal presidido por Juan Antonio Macías y aseguró haber visto a varios de los imputados.

El hombre, cuya primera declaración sorprendió a los presentes en el debate, ya que le pidió al Tribunal abrazar a los imputados, sostuvo que vio en el Palacio Policial -donde funcionó el centro clandestino de detención D2- a Juan Agustín Oyarzábal, Fernando Morellato, Alcides Francisca, Aldo Bruno Pérez y Ricardo Miranda.

Además, Moreno precisó que Carlos Rico, ex subsecretario de Seguridad del Gobierno de Celso Jaque, era el jefe del GE 78, un grupo escuadrón policial creado especialmente como un cuerpo comando de elite para actuar en relación al Mundial de Fútbol.

En tanto, otra de las testigos, Nora Pérez, quien vivía en el mismo edificio que Mario Camín -actualmente desaparecido- indicó que el militar Hugo Soliveres la amenazó durante la declaración realizada en el 86 en el Juzgado de Instrucción Militar, razón por la cual la querella pidió una compulsa contra este hombre.

viernes, 31 de agosto de 2012

Testigos y familiares buscan represores en álbum policial de fotos

Testigos de secuestros y familiares de víctimas desaparecidas, comenzaron a reconocer en un álbum de fotos de la Policía de Mendoza los rostros de represores que habrían participado de los delitos de lesa humanidad cometidos en Mendoza durante la última dictadura militar.

Así se dispuso en el Tribunal Oral I de Mendoza, cuyos miembros están a cargo del tercer juicio por delitos de lesa humanidad que se desarrolla en esta provincia, y que continuó hoy con una nueva ronda de testimonios que ayudaron a reconstruir la trama del secuestro y desaparición de casi una treintena de personas en la década del 70.

Los primeros relatos de los testigos de este tercer juicio, recordaron las desapariciones del estudiante Gustavo Camín y su padre Mario Camín, y confirmaron el clima de hostigamiento y violencia que vivían los alumnos y militantes de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) durante la última dictadura.

Así lo recordó esta mañana Raúl Francisco Anfuso, quien era presidente del Centro de Estudiantes de la UTN en 1978 y presidente del Partido Intransigente, además de miembro de la Iglesia Metodista.

Los miembros de la derecha que estaban en la facultad nos amedrentaban permanentemente, y había entre ellos informantes de la policía que marcaban a los estudiantes que hablaban en las asambleas, aseguró el hombre, quien recordó que en esas épocas los de la izquierda luchábamos por una sociedad justa y la felicidad del ser humano.

Junto a Anfuso, declararon hoy Antonio Montenegro; los hermanos Miguel y Gabriel Molina; y Ana Tenenbaum, mamá de una joven desaparecida; quienes relataron sus experiencias en cuanto a la desaparición de José Galamba, una de las víctimas cuya desaparición se investiga en este juicio y quien habría sido el motivo de varios secuestros de sus allegados.

Tras sus declaraciones, todos analizaron el álbum de fotos de la Policía de Mendoza aunque a diferencia de lo ocurrido ayer, nadie pudo identificar hoy algún rostro o reconocer a ex represores.

Ayer, gracias a la memoria visual de la madre de un joven desaparecido, cuatro integrantes del centro clandestino de detención D2, no imputados en este juicio, fueron reconocidos en el álbum de la Policía.

jueves, 30 de agosto de 2012

Madre de un desaparecido reconoció a los represores

La mujer, cuyo hijo desapareció en 1978 identificó a los secuestradores en fotos durante una audiencia del juicio por delitos de lesa humanidad.

La madre de un joven desaparecido en mayo de 1978 identificó en un álbum de fotos a quien comandó el secuestro de su hijo en el hogar que compartían, y reconoció a otros ex policías que negaron su paradero durante el período de búsqueda, durante una audiencia del juicio por delitos de lesa humanidad que se sigue en esta provincia.

Se trata del ex policía que formó parte del Grupo D2 de Investigaciones, Eduardo Smaha, condenado el año pasado a prisión perpetua durante el segundo juicio oral por delitos de lesa humanidad cometidos en esta provincia durante el último gobierno militar.

"Era alto y robusto y mandaba a los demás que irrumpieron en mi casa la madrugada del 25 de mayo de 1978, cuando rompieron la puerta de entrada, golpearon a mi hijo y a mi nuera recién casados y se llevaron semidesnudo", aseguró María Isabel Salatino, madre de Víctor Hugo Herrera.

La madre de Herrera, quien tenía 26 años al desaparecer, relató junto a dos de sus hijos menores que también presenciaron el secuestro, cómo se llevaron al joven que trabajaba en una ferretería, jugaba al bowling con otros jóvenes desaparecidos "y militaba en el partido peronista".

Junto al ex coronel Smaha, María Isabel Salatino reconoció en un álbum de fotos que le mostraron en el Tribunal Federal al oficial inspector Mario Estipechi "quien me atendió en Tribunales y no me recibió denuncia ni me dijo nada cuando fui en búsqueda de información".

También reconoció a Carlos Octavio Bustos y Raúl Horacio Vega, "quienes entraron a cara descubierta aquella madrugada a mi casa".

"Todavía es el día de hoy que no se porque se lo llevaron, esa es mi gran pregunta", dijo la mujer.

Luego, recordó que tras cinco años de espera, alguien le dejó un papel bajo su puerta que decía: "Mami, ayúdame que estoy en La Plata", letra que ella reconoció era de su hijo y nota que entregó de inmediato a su ex marido.

Acusados. En este tercer juicio oral se encuentran imputados los represores Fernando Morellato, Aldo Bruno Pérez, Ricardo Miranda Genaro, Antonio Garibote, Armando Fernández, Ramón Puerta, Dardo Migno, Paulino Furió, Juan Oyarzábal y Alcides Francisca.

Durante la sexta jornada de debate oral de hoy, los magistrados intentaron dilucidar también los motivos y el accionar de la desaparición del estudiante de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) Mario Camín, y su papá Gustavo, ocurridas el 22 mayo de 1978.

Para ello, declaró su ex compañero y amigo Alberto Antonio Montserrat, quien recordó que "se lo llevaron de la puerta de la facultad entre las 20.30 o 21.00" y dijo que ambos militaban en la Federación Argentina de Universitarios de Izquierda, que era un brazo estudiantil del Partido Comunista Revolucionario.

Asimismo, su ex novia Ana María Del Ollio, aclaró que "Mario se había ido de su casa a la facultad en el Fiat 128 color beige de su mamá".

"En ese tiempo de mayo del `78 la militancia era cero pero era pleno momento crítico. Cuando desapareció Mario y otros compañeros fue un alerta para mí y me tuve que ir de mi casa por miedo a que también me llevaran", comentó Montserrat, quien detalló que "siempre había un oficial en la puerta y pasillos de la facultad", y que "la gente de ultraderecha siempre nos prepeaba, rompía carteles y nos agredía".

El tribunal Oral Federal 1 de Mendoza está integrado por Juan Antonio González Macías, Jorge Roberto Burad, y los nombrados desde Buenos Aires Alejando Nosetti Achával y Jorge Pizarengo, como tercer y cuarto miembros respectivamente.

domingo, 26 de agosto de 2012

“Ellos estaban matando la solidaridad”

Entrevista a Alicia Morales de Galamba, testigo en el juicio por la represión ilegal en Mendoza

Juan José Galamba era el esposo de Alicia Morales. Poco antes del Mundial ’78 la dictadura secuestró a diez personas que lo habían cobijado. Morales cuenta cómo los cercaron y “nos rompieron la vida”.

 Por Alejandra Dandan

“Como hacer, hice todo lo que pude para que estas cosas se esclarezcan, lo que sí puedo decir es que pensé que en realidad nunca se los iba a juzgar. La impunidad que yo sentí y viví durante muchos años hacía pensar que nunca iba a llegar el momento de la justicia, pero ha llegado.” Alicia Morales es la esposa de Juan José Galamba, militante cercano a la dirección de Montoneros que logró escapar de su captura en 1976, pero fue secuestrado en 1978, una semana antes del Mundial, en medio de lo que ahora aparece como una masacre: en una semana, el grupo especial de fuerzas de seguridad GE78, creadas para el Mundial, secuestró e hizo desaparecer a diez personas que lo habían cobijado. Las víctimas no tenían militancia orgánica en ninguna de las organizaciones políticas, pero eran parte de una red solidaria que se convirtió en blanco de la dictadura. Los querellantes están convencidos de que con eso, los represores buscaron mostrar un castigo ejemplar para esas estructuras. “Para mí no sucedió como suele decirse que cayeron diez por uno –dice Alicia–, ni cayeron porque buscaban a Juan José, lo que buscaron fue matar cualquier tipo de solidaridad, los restos de cualquier persona mínimamente solidaria, fue una forma de ejemplificar, como para que a nadie más se le ocurra alzar la voz.”

Este es uno de los ejes del juicio oral que se desarrolla en Mendoza. El caso Galamba es el hilo conductor de uno de los grupos más importantes de víctimas. En la causa declararon ya familiares de algunos de ellos y Elba Morales, una de las referentes del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH). Una de las características del juicio es la poca cantidad de sobrevivientes. De las 27 víctimas “caso” del debate, sólo sobrevivieron cuatro, entre ellas un niño. En ese contexto, Alicia también explica por qué los organismos de derechos humanos están convocando a los vecinos a la puerta de los Tribunales. “Pedimos que se acerquen a cualquiera de las organizaciones –dice–: los datos que tenemos son muy escasos y la reconstrucción de lo que sucedió depende también de lo que pueda aparecer a partir de la participación de la gente.”

–¿Quién era Juan José?

–Nosotros vivíamos en Mendoza, estudiábamos en la UTN y en la Universidad de Cuyo. Yo fui detenida el 12 de junio de 1976 a la noche, junto con mis hijos. Mi marido no estaba. Estuve con mis hijos casi 40 horas; a ellos se los entregaron a mis padres y yo estuve luego cinco meses en el tristemente celebre D2. Me hicieron consejo de guerra con 24 años, que los cumplí en Devoto. Nosotros militábamos en el centro de estudiantes. Juan José era un tipo realmente que amaba la vida y a sus hijos (en ese momento tenían 1 y 2 años). Y bueno, nos rompieron la vida. De José, lo que supe, lo supe después, a partir de la Conadep. Logré encontrar alguna gente que algo sabía, porque antes nadie se sentía seguro para poder decir nada. A partir de ahí, lo único que supe es que esos dos años que pasó (desde el momento del secuestro de Alicia hasta que lo capturaron, en mayo de 1978) fueron una permanente persecución, una inseguridad absoluta. Fue detenido la semana antes del Mundial. Tengo como fecha de la desaparición forzada el 26 de mayo del ’78, pero en realidad la fecha exacta no la sabemos. O por lo menos yo no la sé. Yo estaba detenida. Tampoco sé si no fue visto después en ningún centro de detención ni en ningún lado. Sé que de la casa donde estaba lo sacan en muy mal estado.

–Ustedes vivían con Jorge Vargas, de Montoneros. ¿Por qué cree que buscaron a Juan José durante tanto tiempo?

–En realidad, para 1976 con nosotros vivía Jorge Vargas, pero desde hacía una semana. También estaba su esposa y dos niñas. Cuando me secuestraron a mí, también se los llevaron a ella y a sus hijos. Vamos al D2. Jorge Vargas a esa altura ya estaba detenido... y no sé si muerto. Cuando dos años más tarde se llevaron a Juan José, hay que tener en cuenta dos cosas: el contexto del Mundial, con la creación del Grupo Especial y en ese contexto él era el “cabo suelto”, aquella pieza que les había quedado suelta después de los secuestros del ’76. En el contexto del Mundial, tenían que ir por todo lo que podía convertirse en la posibilidad de algo, de algún tipo de rearmado en el sentido de reconstrucción.

–La “gran caída” del ’78 es un eje del juicio: diez de las 27 víctimas cayeron en una semana mientras buscaban a Juan José.

–Lo que sucedió en ese momento yo lo supe recién al salir de Devoto. Pero lo que quedó muy claro en el primer juicio que se hizo acá fue cómo se armó el GE78. Los propios imputados dijeron que la orden era evitar que algo sucediera en el Mundial, por lo tanto debían buscar cualquier punta suelta y eso es lo que hicieron. Yo a la gente que fue asesinada en esos días no la conocía. Pero parece que buscaron todas puntas posibles: los asesinaron la semana previa al Mundial. Los detuvieron y los hacen desaparecer.

–Cuando uno mira la lista, lee: “empleada”, lo refugió en 1976; “compañero de la universidad: su padre le dio trabajo en una cantera de San Juan”, en ese caso desaparecieron el hijo y el padre. Parece aquello de “a los amigos, los amigos de los amigos...”.

–En realidad, estaban castigando y matando la solidaridad. A la primera mujer (de la lista de caídos) yo la conocí muy poco, pero sé que no tenía ninguna militancia. Y con el resto, sucedía lo mismo. Sé poco, pero sé que con algunos Juan José trabajó por ejemplo haciendo ladrillos. Dada la formación del GE78, fue una forma de ejemplificar tomando a cada uno como para que a nadie más se le ocurriera alzar la voz. Estoy convencida de que fue un intento de castigo a la solidaridad. Alguien me mostró una vez un documento que decía que los expedientes de Juan José y de estas diez personas habían sido retirados del departamento de los prontuarios unos días antes de la desaparición. Y luego fueron reintegrados.

–¿Quiere decir que los perseguían a todos?

–Todos teníamos expedientes. Cuando me interrogaron me llamó la atención la cantidad de información que manejaban. Su sistema de inteligencia había funcionado sin que nosotros supiéramos que teníamos vigilancia aun de antes del ’76. Yo, por lo menos, de Juan José no sé nada. Del resto sé que los fueron a cazar a sus casas y los hicieron desaparecer. De mi marido, sé por familiares que lo vieron algunos minutos en la calle; que en esos dos años hizo dos o tres intentos de ver a los niños, pero son datos muy escasos y la mayoría de la gente que lo vio ya está fallecida. Cuando se hizo el juicio en San Rafael, la gente se sumó a testimoniar porque podía aportar datos, les pedimos que lo hicieran y fue importante. Son cosas que ahora vuelven a darte esperanza. Estamos intentando que suceda lo mismo

El TOF de Mendoza amplió la acusación a los diez imputados del nuevo juicio oral por el delito de homicidio, a pedido de fiscales y querellas. No hizo lugar en cambio a las detenciones inmediatas. “Nos dieron lugar a la ampliación y eso es muy importante, pero no creemos que los acusados deban seguir el libertad”, dijo el abogado por la querella Pablo Salinas. “Fallos recientes de la Corte nos dan la razón: deben ser detenidos.” Recurrirán a Casación, una vía que acaba de ser aceptada.

sábado, 25 de agosto de 2012

Entrevista a Dante Vega, el Fiscal de los casos por delitos de lesa humanidad.

“Encaro cada audiencia con un espíritu distinto”
Por: Eva Guevara
“Encaro cada audiencia con un espíritu distinto”
Con sello personal, Vega encara la cocina de los juicios envolviéndose en una atmósfera investigativa.

Durante muchos años los escalones de acceso al edificio de la justicia federal mendocina fueron el mudo escenario de una de las luchas más persistentes y conmovedoras que haya visto la sociedad: la del juicio y castigo a los represores de la última dictadura militar. El tiempo pasaba, las Madres de Plaza de Mayo y los familiares de los desaparecidos no podían traspasar ni esos escalones ni la intemperie. O los expedientes con sus casos estaban archivados o de la cúspide de ese mismo poder se bajaba la orden de impedirles el acceso.  Desactivado ese perverso mecanismo impulsado para prolongar la impunidad de los victimarios, en los últimos dos años la situación es muy diferente. Los movimientos de entrada y salida son los propios de una oficina de justicia que atiende muchos casos, no sólo los que se ventilan por estos días en la Sala de Audiencias del Tribunal Oral.    

Así las cosas, acudir a la Unidad Fiscal es como entrar a la cocina de los juicios. Un sitio amable que invita a mirar más allá de la alta pila de expedientes y dejarse envolver por esa atmósfera investigativa donde es posible reconocer el sello personal del Fiscal a cargo, Dante Vega. 

-¿En qué momento y de qué modo la lucha de las madres y los familiares se cruzó  en su vida personal despertando alguna sensibilidad?

-Siempre fue un tema que me conmovió, desde que era joven. Recuerdo que cuando era chico en mi casa se hablaba del informe de la Comisión Interamericana pasado “clandestinamente” por Monseñor De Nevares a mi padre. Luego fui sumando otros datos; ya con el gobierno de Alfonsín se empieza a saber más en detalle con lo cual pasé a tener la convicción que estos delitos no tenían conexión con ninguna guerra y debían perseguirse. Pasó el tiempo, aún no era abogado cuando tuve contacto con Madres de Plaza de Mayo en Córdoba, leíamos documentos de Amnistía Internacional –mi mamá era militante de esa Asociación- y después como abogado conocí a colegas especializados en derechos humanos. Claro que es justo una época que coincide con la impunidad, con lo cual, repasando ha pasado mucho tiempo donde los únicos que sostienen este tema son los organismos de derechos humanos.

-¿Si tuviese que caracterizar su actitud de entonces qué diría?

-Lo mío no era una actitud activa, pero sí era de compromiso. Y debo decir que nunca pensé que ésta etapa de revisión judicial de los crímenes del terrorismo de Estado me iba a encontrar en el lugar en el que estoy.  Tal previsión apareció recién cuando rendí para Fiscal y por esa razón es que me mantuve al margen de los escritos que se presentaban en las distintas causas tramitadas en la provincia. Todo lo que pasó después fue vertiginoso, con decir que en junio del 2010 juré como fiscal y tres días después ya estaba en San Rafael abocado al primer juicio de delitos de lesa humanidad.

-¿Qué significó esa experiencia? Porque una cosa es leer expedientes sobre la represión y otra muy diferente es lo que a uno como persona le sucede llegado el momento de celebrarse el juicio…

-Fue una experiencia muy intensa.  Yo algo había leído sobre el factor humano en el juicio a las Juntas. Esto es, algo pasa al escuchar a una persona que sufrió la represión de parte de los organismos estatales o paraestatales relatar su historia, algunos lo hacían por primera vez. Es por demás significativo porque relata su sufrimiento o el de sus seres queridos ante el mismo Estado que lo había privado de libertad o de ese ser querido. Pero claro, una cosa es leerlo y otra cosa es vivirlo lo cual me hizo aprender que cada caso es distinto e igual de importante que otro. Cada caso encierra una cuota de dolor distinta, es un universo cerrado, una individualidad en su estructura, si bien todos se inscriben en un contexto. Vaya dualidad…por un lado se inscriben en un plan represivo donde nada es al azar, pero por otro lado, cada uno tiene su particularidad. Y entonces nunca uno deja de sorprenderse con las historias que cuentan los testigos. Y hay otro tema que es la credibilidad del testigo.

-¿La regla general de que el testigo no miente?

-Es muy sorprendente verlo y confirmarlo. Yo como Fiscal tengo la obligación de indagar en la veracidad del testigo, y jamás tuve sospecha alguna de un testigo que estuviera mintiendo. Cuando una víctima no se acordaba, decía no me acuerdo, cuando se acordaba, se acordaba. En todos los juicios ha sido así. Son personas que están relatando hechos ocurridos hace más de 30 años, si tuvieran una actitud ganancial o vengativa podrían fácilmente involucrar a alguien que no haya estado en la situación o ante la simple sospecha. Pero no, lo cual demuestra el grado de compromiso cívico de las víctimas. Esto de “no queremos venganza” no es algo que se dice en el aire, es algo que se demuestra todos los días cuando se va a declarar a un tribunal.

-¿Qué dice esto del sentido último de estos juicios, frente a la idea de querer barrer la humanidad?

-Que pese a que lo intentaron, no pudieron barrer  la humanidad. Esto se reafirma desde el momento en que pasaron tantos años y se le brinda a una persona la posibilidad de hablar. Y atención porque no es fácil hablar de historias íntimas en un ámbito como lo es el judicial, tan formal y estricto. Mucho menos cuando la crueldad de la represión es tan intensa como ocurrió en Mendoza, mucho más que en San Rafael. Hemos asistido a testimonios muy fuertes, como el de David Blanco, quien declara que los hombres en el D2 también eran violados, o el de las valientes mujeres que contaron cómo eran sometidas sexualmente, hay que tener mucho coraje para eso.

¿Todo eso lo impacta de alguna manera en lo personal?

-Creo que sí, que a raíz de esta experiencia encaro cada audiencia con un espíritu distinto. Sé que me van a contar algo tremendo, que marcó vidas para siempre, y que nunca voy a dejar de sorprenderme por algo, sea del coraje o la veracidad.

-¿Tiene la sensación de estar ante un hecho de carácter histórico?

-Sin duda. Quien reconstruya el día de mañana la década del 70, su historia, no va a poder prescindir de los juicios de lesa humanidad. Por eso nosotros nos tomamos el trabajo de estudiar, intentamos reconstruir el funcionamiento de los grupos organizados de poder en Mendoza, y es curioso, hemos detectado períodos históricos. En el juicio de San Rafael empezamos a profundizar lo que pasó durante la última dictadura, después en Mendoza aproveché para ampliar lo que había empezado antes del 24 de marzo de 1976, bajo el período democrático. Y después, al ocuparme del juicio de la Masacre de Trelew me he ido más atrás todavía, al período de las anteriores dictaduras de Onganía, Levingston y Lanusse que es donde está el origen de muchas de las prácticas que luego se van a generalizar adquiriendo luego verdadera sistematicidad.

-En ésta línea habrá que considerar los ensayos represivos del 71, como la desaparición en San Juan del matrimonio Marcelo Verd y Sara Palacio. ¿Es posible eso?

-Es muy importante tener entonces la visión de los tres períodos históricos para sacar conclusiones, es justamente lo que estoy evaluando, en lo cuantitativo hay un número notable de ejecuciones y desapariciones desde 1966 hasta el 25 de mayo de 1973 que es cuando asume Héctor Cámpora.  Es decir, a los Verd se suman tantos otros casos de todo el país lo cual revela una organización. Alguien podrá decir y con razón que no existía entonces, la sistematicidad que hubo después, está bien, pero hay una línea, un continuum que merece ser investigado, seguramente el verdadero origen lo encontremos en los reglamentos militares de fines de la década del 60. Ahí se puede ver que en la faz normativa hay mucho de lo que luego se va a sistematizar en la dictadura del 76.

-Por último, con respecto al pedido de prisión para los acusados rechazado por el Tribunal Oral ¿hay motivos para preocuparse? ¿Puede leerse esto como un retorno a las anteriores decisiones de la justicia federal mendocina que sistemáticamente excarcelaba y concedía garantías a acusados de delitos de lesa humanidad?

-En cuanto a la aplicación de garantías lo que yo vengo diciendo es que se trata de la respuesta del Estado de Derecho al terrorismo de estado. Y es que el Estado de Derecho está munido de garantías, todos sabemos que éstas se aplican a cualquier acusado cualquiera sea el delito, ahora bien, partiendo de esa base, es cierto que la jurisprudencia ha avanzado, sobre todo la Corte Suprema,  en el sentido restrictivo de excarcelaciones y libertades anticipadas en materia de delitos de lesa humanidad.  Entonces, si lo resuelto por el Tribunal Oral se sostiene en que no se ha modificado la situación de los imputados y por lo tanto deben permanecer en libertad, lo que yo digo es que tal resolución no debería quedar firme. Vamos a discutirla en el único ámbito donde esto puede hacerse que es en la Cámara de Casación Penal  que es quien revisa los autos que dicta el Tribunal Oral en el transcurso del juicio. Entendemos que sería un precedente negativo que esta resolución quede firme y vamos a demostrar por qué entendemos que estas personas tienen que estar presas, a diferencia de lo que entiende el tribunal. No sólo nos apoya la jurisprudencia de la Corte sino la de los propios Tribunales Orales de la región que han sido restrictivos en cuanto a la libertad de los imputados. En éste contexto el fallo del que hablamos no se explica bien.

-Más allá de los argumentos jurídicos, el mensaje se parece a una suerte de doble vara de la justicia en cuanto a la aplicación de los más duros criterios de excarcelación para el delito común, no así para los delitos más graves como los de lesa humanidad.

-Es cierto, pero para sacar tal conclusión hay que tomar el panorama general. Por caso, Trelew, en ese juicio yo pedí la detención de los imputados donde a algunos se les atribuye 16 homicidios agravados y 3 tentativas de homicidio; con esa imputación en el ámbito de los delitos comunes es impensable que una persona esté en libertad. Así lo planteé yo, dije que la justicia federal debía ser coherente, pero el Tribunal Oral de Comodoro Rivadavia argumentó que la casación se ha pronunciado por la libertad de los imputados y que no le correspondía hacer nuevas consideraciones. Los dejó libres, o sea, no es un criterio particular de éste Tribunal Oral,  todavía se siguen discutiendo aspectos que nosotros creemos que son propios de ésta jurisdicción y resulta que están ocurriendo en todo el país.

Un Fiscal para Trelew

El 15 de agosto de 1972, los líderes de las conducciones guerrilleras coordinaron con éxito fugarse del penal de Rawson. Llegaron al aeropuerto de Trelew para huir rumbo a Chile en un avión secuestrado, pero 19 de ellos que salieron en segundo término llegaron tarde y tuvieron que rendirse. Violando el compromiso asumido por las autoridades del penal, fueron recluidos en la Base Almirante Zar. Una semana después fueron ejecutados a mansalva. El juicio oral se abrió recién este año y uno de los Fiscales del proceso es Dante Vega, encargado de fundamentar por qué la masacre es un delito imprescriptible y de lesa humanidad. 

“Hasta ahora el discurso en torno a Trelew ha girado en torno a la idea del episodio aislado. Si bien no pueden negar los fusilamientos, intentan presentarlo como algo producto de 3 o 5 oficiales de marina que estaban particularmente exaltados porque habían tomado alcohol o por alguna otra razón. En realidad la masacre se inscribe en un contexto represivo de ataque general o sistemático contra la población civil, por lo tanto es un delito de lesa humanidad”, agregó Vega.